El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.

sábado, 3 de mayo de 2014

Armas


Dices que has renunciado a las armas
pero yo siento el hielo atravesarme
desde el fondo de tus ojos
y tus palabras no señalan
la acariciada fragilidad del consuelo
Conozco el latido de tu corazón
y sé que la venganza
es el alimento de tu oscura raza
la batalla no ha hecho más que empezar

He puesto coto a mi alma
he arropado mi pecho con malla de acero
he abrazado la ceguera
que posee la certidumbre de tu odio
y me alerta del olor de tu miedo
mi cuerpo abriga la inmortalidad
mis ejércitos están preparados
aguardo bajo la espada milenaria del ángel
a que brindes tus falaces ofrendas de paz

Juras que soy tu adversaria más amada
pero reconozco el veneno de tu aliento
el goce que te inflige la tortura
y la capitulación  de mis lágrimas
arrancarme súplicas de clemencia
y asesinarme con el escarnio
contemplar mi garganta quebrada
es el éxtasis que te encamina
hasta alcanzar el cielo de tu infierno

Juras que jamás conociste mayor deleite
que el tormento oculto en mis ojos
y el misterio de mis entrañas desnudas
pero tu crueldad no necesita razones
y sé que no perdonas el agravio de mi amor
ni la brevedad de mi cintura huidiza
ante los embates de tu manantial vacío
sé que no perdonas la cálida belleza
ni que te mostrase el rostro más puro del deseo
sé que odias la luz blanca de mi cielo

Mis armas han sido bruñidas y afiladas
las huestes se ocultan en callejones
y bajo los arcos de la ciudad eterna
el Tíber se desborda esperando la sangre
que teñirá de rojo las flores de su ribera
estoy lista para la guerra que nunca cesa
como un día lo estuve para el amor que nunca llega
estoy lista para reunirme contigo en el fuego
he escuchado a tus perros ladrando mi nombre

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