El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Mujer y super poderes

‘Chica Maravilla’. El espejo es amable. Sonriendo todo el tiempo con ojos curiosos, la piel tersa y carnes prietas y en su sitio, a los 20 la mujer puede casi con cualquier cosa sin tener ni que chasquear los dedos. La vida es un jardín y ella (todavía) la dueña de la manzana. Puede estudiar o bailar toda la noche, camelar a papá y mamá para ese vestidito o esa fiesta, las resacas apenas le dejan huella y los hombres, sobre todo bartolos de 40 para arriba, babean embelesados y le ríen cualquier cosa que haga o diga, así tenga maldita la gracia.

‘Mujer Bomba’. De tiempo, claro. A los 30 el tiempo es el enemigo a batir. El implacable tiempo que recuerda toda esa gente bienintencionada con sus “se te va a pasar el arroz” o la cara de muchos hombres antes de huir despavoridos ante el mito del tic tac del reloj biológico, hombres que en cada abrazo ven amenaza de bodas e hijos, mientras ella lucha como un titán por un lugar en el cada vez más árido mundo laboral y un hogar, dulce hogar, del que no pueda echarte el banco, a ser posible.

‘Super Woman’. Puedes, tú puedes. Podemos. A los 40 la mujer puede con todo, o eso cree. Jefes, parejas o ex parejas, hijos, mascotas, comunidades de vecinos, el del banco y el cartero con sus temibles notificaciones, la cola del paro, los padres, los cuñaos, el gimnasio, el ginecólogo, la limpieza, la depilación, el amante, las vacaciones familiares, la celulitis, la lista de la compra, las salidas a ¿ligar? un sábado al mes, el cada vez más escaso sexo…BASTA. Podemos si, pero no debería darnos la gana. ¿Liberación de la mujer? Señoras, nos la metieron doblada y no dio tanto gusto como prometía.

‘Mujer Invisible’. Desde el día del primer “señora” en la cola del super a poder hacer lo que le da la gana, no pasa mucho tiempo. A los 50 la mujer se va difuminando mezclada con el paisaje. Los pocos albañiles que quedan ya no se vuelven a su paso, los hijos se cruzan con ella como con un espectro, el marido, si lo hay, la atraviesa con la mirada y sigue con su partido en la TV, por no hablar de si busca un nuevo trabajo o pareja… (el del banco es el único que sigue sin olvidarla). Parece terrible, pero no. Un día, la mujer empieza a reírse de todo, bailar o escaparse cuando nadie la ve y cuando la quieren buscar, ya esta muy lejos. Además, perros y gatos, que se guían por el olfato, la siguen “viendo”.

‘Super Abuela’. De repente está de nuevo en todas partes. A los 60 te encuentras a las mujeres en los bailes de salón, haciendo taichi a la orilla del mar, en las playas nudistas, en los baratillos benéficos, en la Toscana, Lisboa, Praga o Sevilla con los viajes del Inserso. Y, como no, rodeada de niños en fiestas infantiles, jardines y pediatras. No, no ha vuelto a los 30, pero los hijos (la crisis, ya se sabe) muchas veces han vuelto a casa o, en su defecto, les encasquetan a los nietos y ellas, cansadas pero incapaces de decir no, son felices con esa segunda crianza y ese segundo renacimiento del deseo. Porque hasta ligan más que las de 40 o 50. En serio.

‘Mujer Corazón’. Se mira en el espejo y lo que ve reflejado no tiene que ver con lo que siente en sus sueños y en su pensamiento. A los 70 la mujer está harta de gastar pañuelos en despedidas, está cansada de pérdidas… Y siente que se acerca de nuevo la invisibilidad, que está vez tiene la mala pinta de ser definitiva. El mundo, de momento, sigue girando. La vida y la gente siguen adelante con sus asuntos pero a ella las piernas ya no le dan para la maratón ni seguir el ritmo. Siempre fieles, perros y gatos siguen necesitándola y amándola como el primer día. Y de su corazón, aunque no lo oiga nadie, le sale un grito ¡Forever 18!

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Reescribiendo

Sólo queda el lenguaje para inventarte para inventarme para decir lo indecible y para vivir en la última página de tu historia. Me desnudo con las mismas palabras con las que te adorno. Mi piel es tu vestido. Hoy estoy porque doy, ¿cuál es la diferencia? Y escribo porque no sé de que otro modo puedo callar este secreto.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

El hombre que tú no eres



Me pides que escriba una historia de dos soledades. Una historia de amor y deseo. Me pides que cuente nuestra historia. Me pides que escriba sobre ti y sobre mí, sobre nosotros. Ya ves, después de robarme el corazón, de jugar con mi cuerpo a tu antojo, de infiltrarte como un espía en mis sueños, de adueñarte de mis pensamientos, aún quieres algo más, quieres estar también en uno de mis tontos cuentos, deseas también volverte fugazmente  inmortal en las hojas en blanco que me pertenecen.

Pero no lo haré, no lo haré mientras no me devuelvas mi soledad diáfana y limpia, mi soledad clara, mi soledad vacía, esa soledad que has poblado con tu ausencia y tus silencios. Mi soledad donde ahora resuenan el eco de tu recuerdo y de tu risa al compás del tic tac del tiempo en mi inútil espera. Te has quedado dormido en mi soledad y ya ni siquiera ella me pertenece. Así que no lo haré, mi amor, no escribiré sobre ti. Escribiré quizás algo sobre el hombre que no eres, aquel que quise imaginar que eras pero que tú no eres.

El hombre que tú no eres aparece como un suave sol en el principio de un cálido verano, me hace el amor por vez primera y me dice al oído, antes de marcharse, que soy maravillosa. Llama a la mañana siguiente para preguntar dulcemente si aún no lo olvidé. Aparece por sorpresa a compartir un rápido café o por el simple placer de besar mis labios brevemente. Envía inesperados mensajes al móvil para recordarme que añora mis ojos y que su piel aún sigue impregnada de mi olor.

Ese que tú no eres recorre con su boca cada centímetro de mi cuerpo, bucea hasta quedarse sin aliento en una inagotable y entregada búsqueda de mi placer, agota los juegos del amor en cada encuentro como si cada uno de ellos fuese el primero y el último, fija su mirada en mí y sonríe con cada culminación del deseo… y en sus ojos leo un llanto mudo cada vez que me alejo.

Ese que tú no eres me trae en un loco arrebato su canción favorita de la semana para bailarla conmigo y cantármela al oído. Me escribe un cursi y tierno poema repleto de pasión, roba una flor en cualquier jardín para entregármela besando mi mano. Me regala, con gran ceremonia, una pequeña pulsera de cuero envuelta con esmero en un viejo periódico y, sobre todo, como un niño juega a hacerme sonreír.

El hombre que tú no eres sabe cual es mi color favorito, mi sabor preferido, conoce el perfume que uso o que no uso. Sabe si prefiero la mañana o la noche, la luna o el sol, el frío o el calor. Sabe los terrones de azúcar que endulzan  mi café y cuanta es la sal y las lágrimas que hay en mi vida. Conoce las canciones que me hacen llorar y los chistes con los que me carcajeo. Quiere entrar en mis sueños más locos y ser parte viva de ellos.

Ese que tú no eres llama con cualquier excusa para interesarse por mi trabajo, para saber si me siento feliz o tengo uno de mis días malos, para acompañarme desde el otro lado de la línea en mis silencios o en mis inesperadas tristezas. Corre, en cuanto puede, a abrazarme para protegerme de las tormentas que me arrasan el alma de cuando en cuando. Corre a mi lado si estoy enferma o siento frío. Está conmigo cada vez que me asalta la imperiosa ansia de su piel o de sus besos.

El hombre que tú no eres pronuncia las palabras que amo, pronuncia la palabra respeto, corazón, amistad, complicidad, amabilidad, pasión, afinidad o poesía y borra de su vocabulario las palabras que detesto, nunca más nombra la traición, la mentira, la insensibilidad, la indiferencia, el egoísmo, la cobardía...

Ese que tú no eres no está las veinticuatro horas del día conmigo, ni los siete días de la semana, pero aún así lo siento a mi lado, protegiendo a la niña, escondida bajo un rotundo cuerpo de mujer, de los oscuros fantasmas que la acechan. Ese que tú no eres no duerme siempre a mi lado pero se que vela mi sueño desde su cama y me adormezco plácidamente.

El hombre que tú no eres quizás tampoco me ame todavía, pero estudia a fondo la geografía de mi corazón para conocerme y quererme. Respeta mis vuelos a ningún lugar y espera mi regreso para comprobar si volví intacta o curar mis heridas si es necesario.

El hombre que tú no eres se ríe conmigo y no de mí, llora conmigo y no sólo por él, se mira en el espejo de mis ojos y no siente miedo, me entrega su corazón roto a cambio del mío con toda confianza.

El hombre que tú no eres es música, alegres poemas, sueños, esperanza, sonrisas, calor... Y tú ya me enseñaste bien que nunca serás el hombre que no eres. Porque el hombre que tú no eres fue mi sueño, mi creación, mi deseo más loco e imposible.

Así que ya ves, tú, que has traído un viento helado en este tórrido julio, pretendes que escriba sobre ti, que cuente nuestra historia.

Tú, que eres hielo en el abrasador verano. Tú, que eres una historia invernal en la calina, tendrás que esperar el cambio de estación, amor, tendrás que esperar a que acorte el día, tendrás que esperar que vuelvan la lluvia y el frío y quizás entonces pueda escribir sobre ti, sobre nosotros, sobre esa historia triste de dos soledades  y dos deseos que no se encontraron en ningún punto del camino. Por que ahora eres la historia de un corazón de hielo en la ardiente arena de mi playa, eso eres tú.

lunes, 16 de noviembre de 2015

De camino

Seguro que hay un lugar donde no existen las terminales de los aeropuertos, ni los trenes ni los relojes. Las academias de idiomas no se inventaron, ni tampoco las costumbres gastronómicas o las estaciones. Un lugar donde tu nombre y mi nombre se confunden con gruñidos y las carreteras no llevan a ninguna parte. Sé que existe ese lugar y estoy en camino, sólo debo encontrar el sueño que me lleve hasta la puerta de tu casa.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Alcanzar una estrella



He perpetuado las huellas de tus pies
Y tú permaneciste  en los lugares que amábamos
Soñando contigo en andenes de tren
Tú dormías sin mí en terminales de aeropuerto

En una eternidad de cruces de caminos
Siguiendo rastros de perfumes perdidos
Viviendo mil y una vidas en líneas paralelas

¡Eres tan hermoso! Tanto, que un día creí en ti
Tanto, que alguna vez confíe que llegarías
Pero esta espera agoniza de frío
Y presiento que no será en este mundo
En el que acaricien mis ojos a tus ojos

¡Eres tan hermoso! Tanto, como eres imposible
Tanto, que alguna vez pensé que florecías
Pero este jardín se marchita sin besos
Y presiento que no será en este mundo
En el que por fin de alcance a nuestra estrella


miércoles, 28 de octubre de 2015

De sueños y fantasmas

Él no ha llamado para escuchar mi voz
(él no tiene mi número)
Él no ha hecho promesas que no cumplirá
(él no conoce el camino a mi casa)
Él no ha susurrado palabras embaucadoras
(él no sabe de mi hambre)
Él no ha jugado con mis secretos anhelos
(él no ha tocado mis cicatrices)
Él no ha deseado mi piel con los ojos cerrados
(él no ha oído latir mi corazón)
Él es un bello sueño imposible y lejano
(él al menos no es un fantasma)


De corazones rotos

Es muy normal oír hablar de "corazones rotos" en canciones, poemas, películas, libros... pero ¿de verdad sabemos lo que pasa cuando un corazón se rompe? Yo si lo sé. Sientes un desgarro que te arranca el aliento de cuajo y te maravillas de poder seguir en pie, abrir los ojos después de cada noche de pesadillas es un milagro porque el corazón duele horrores, duele como si tuvieses clavado un puñal en él y sientes, literalmente, que no sobrevivirás a ese dolor. Pero sobrevives. Tienes que seguir respirando porque así lo exige la vida y la gente que amas y te necesita, y cada exhalación va empujando afuera esa daga que te atraviesa. Al final cae y la herida empieza a cicatrizar. ¿Todo bien? Mejor si, pero bien nunca. Cicatrizar no es lo mismo que curar y a un corazón roto le quedará para siempre una fea herida demasiado sensible a cualquier roce o brusquedad. La gente con el corazón roto lo protegemos detrás de muros y puertas con siete llaves, lo que muchas veces es inútil porque, seamos realistas, la vida es un accidente incontrolable que no sabes cuantos golpes más te tiene reservados y es capaz de atravesar cualquier obstaculo.
Tener el corazón roto no te convierte en un triste ni un amargado. Al contrario, la defensa es la belleza, la amabilidad y el sentido del humor. Menos en los momentos que algo o alguien roza esa cicatriz y despierta el recuerdo del dolor. Entonces te ocultas en tu caparazón y, a veces, lloras sin que nadie te vea.
Desde que nací la vida me ha vapuleado bastante, algo de lo que no me quejo porque creo que eso me ha hecho más fuerte, sensible e incluso interesante, pero golpes no es lo mismo que roturas. Y la lluvia de hoy no es la misma que la de la semana pasada.
Y mi corazón se rompió un lluvioso 12 de octubre. 


Robando el sol


Un día, seres con botas pesadas, afiladas armas y corazón frío llegaron, probablemente desde algún infierno que desconocemos, a cualquier rincón del planeta y dijeron: “esta tierra es mía” y acabaron con todas aquellas almas que intentaron explicarles que no, que la tierra no era de nadie, que la tierra estaba allí mucho antes de que humanos y animales llegasen a ella, que la tierra era nuestro nido, nuestro hogar y que como tal había que cuidarla y respetarla. Pero la codicia es ciega y sorda a cualquier lamento y dejando atrás un reguero de destrucción, arrasaron con la vida, tanto animal, como vegetal y mineral, hiriendo de muerte el espíritu de la humanidad.

Como no tenían suficiente, miraron océanos y ríos y dijeron “esta agua es mía” y se apropiaron del origen de la vida, del elemento, junto con el aire, más precioso de la existencia humana, pues no existe vida sin aire ni agua, eso lo sabe todo el mundo. Tampoco les importó y empezaron a cobrarnos por beber, por lavarnos, por utilizar la energía de la fuerza del agua salvaje y libre que tampoco pertenece a nadie. Y arrasaron y esclavizaron a quién se opuso a ellos, haciendo aún más grande el reguero de muerte que dejan tras su paso, un paso con apariencia humana pero definitivamente, sin corazón humano.

Ahora han mirado al lejano sol que alumbra la tierra desde hace millones de años y han dicho “este sol es mío”. Y ya planean cobrarnos por calentarnos e iluminarnos con una estrella que nos abrasa y abraza desde que somos apenas una semilla. El sol, nuestro sol, al que civilizaciones enteras han adorado y cantado. El sol, cálido y peligroso por igual. El sol, fuente de vida de la tierra. Pues también decidieron robar el sol y hacernos trabajar para pagar un calor que es de todos desde que el mundo es mundo.

Quizás la humanidad ha muerto y lo que queda sobre la tierra somos fantasmas arrastrando los pies con la cabeza gacha obedeciendo a esos seres de botas pesadas, afiladas armas y corazón frío. Quizás el valor murió. Y la alegría. Y la esperanza.

Si nos roban el sol ¿quién dice que pronto no tengamos que pagar por bombonas de aire para respirar? Cosas más raras se escribieron en la literatura de ciencia ficción y hoy son una cruda realidad. Y da miedo.

Te beso

Dicen que besar es sano, que pone el corazón contento, la piel luminosa y los ojos brillantes. Por eso yo te beso, te beso y te beso... aunque tenga que imaginarte para hacerlo. Aunque tenga que tropezar con una farola. Te beso.

Nuestro para siempre

Lloramos por gente que se va. Algunos se van sin querer cuando la vida te los arranca de los brazos, que no del corazón. Y lloramos, pero ni un mar entero de lágrimas los devolverá nunca más a nuestra orilla.

Otros desaparecen como desaparecen las hojas del calendario o los libros prestados, por un olvido o por la desidia y la distancia. A esos, casi siempre, los recordamos con afecto, con una dulce nostalgia que nos hace preguntarnos si estarán bien y dónde y cómo. Son nuestro ayer en forma de foto amarilla y si volvemos a encontrarlos casi nunca son lo que esperábamos. Y eso también nos hace llorar.

Y están los que se esfuman como ladrones en la noche, sin hacer ruido ni decir adiós. Un día están en tu vida bebiendo tu vino y alimentándose de tu corazón. Están al otro lado de la línea del teléfono hasta que la línea enmudece. Pasas noches insomne durante semanas o meses, a veces durante años, preguntándote porque se fueron ¿hiciste algo para que se alejaran? Y si te tropiezas con ellos te dicen que piensan en ti, pero que el tiempo, los compromisos, la vida… Y lloras. Sabes que te mienten y quisieras creer sus mentiras.

Yo dejé de llorar. Dejé de llorar cuando entendí que lo perdido es nuestro para siempre.

El postureo

Es octubre y se conmemora la lucha contra el cáncer de mama y el cáncer infantil. En consecuencia, las redes sociales y las calles se llenan de lazos rosas, personajes de comic, eventos y otros muchos modos de apoyar la batalla contra este terrible mal del que todos somos víctimas, directa o indirectamente.
Yo misma perdía hace apenas un mes a mi tía Tere, una mujer que pasó la vida dedicada a los demás primero dejándose su adolescencia y juventud en ayudar a su madre y hermanos, después cuidando de su esposo y sus cuatro hijos, para terminar siendo abuela-madre y criando a los nietos. Su vida no fue fácil, perdió a un hijo con 28 años de una terrible y larga enfermedad y más tarde a su marido. Perdió a un sobrino, hermanos y padres, pero siguió adelante siempre alzando la voz por los más débiles. Era la “roja” de la familia y a mí me encantaba tenerla de mi parte en las discusiones políticas de sobremesa. Tenía ganas de vivir pero la vida le reservaba otros planes. Siempre pendiente de los demás nadie se dio cuenta de su enfermedad hasta que fue demasiado tarde. No hubo para ella operaciones ni radio ni quimioterapia. Esperó su momento con la misma entereza que siempre demostró y se fue, bella como siempre también, apenas cuatro meses después.
Escribo esto porque hoy veo tantas muestras de solidaridad en redes sociales y me pregunto si sirve para algo. Sinceramente, no lo creo. Pienso que nos hemos convertido en “comprometidos de salón” y en indignados de “actualidad” y nos limitamos a seguir la corriente que manda la moda o la noticia del día. Hoy toca llorar por el niño sirio en la orilla, pues lloremos todos. Mañana hay que condenar el Toro de la Vega, pues eso hacemos. Ahora hay que apoyar la lucha contra el cáncer y nos ponemos un lazo. Y en un rato hemos olvidado.
Pero la realidad es que sólo actuando sirven para algo nuestras reivindicaciones. Concretamente, con el cáncer, sólo donando dinero a causas de investigación y de cuidados paliativos o ayudando a cuidar enfermos estamos haciendo algo. Y por supuesto, ¿de qué sirve que te pongas un lazo rosa si después apoyas y votas a grupos políticos que recortan en sanidad y en investigación? De nada. Puro postureo, tan de moda.


NO PUEDO DORMIR, ESTAMOS EN GUERRA

NO PUEDO DORMIR, ESTAMOS EN GUERRA
Quiero pensar que los hombres no son mis enemigos, al fin y al cabo, soy hija de uno y madre de otro, pero tengo que reconocer que llevo toda la vida defendiéndome de ellos o, al menos, defendiéndome de una sociedad que los convierte en pequeños dioses, que los protege, que los excusa, que los ensalza a costa de la sangre de las mujeres. La misma sangre con que los parimos y la misma leche con la que los alimentamos sirven para transformarlos en esos hombres de los que tenemos que cuidarnos el resto de nuestros días, ¿puede haber algo más triste, más doloroso, más incomprensible?
Quiero pensar que los hombres no son el enemigo pero llevo toda la vida esperando "algún amor que no mate". No digo que no existan. Existen, o eso creo, y algunas pocas afortunadas lo conocieron. Pero la mayoría vemos como llegan con sus promesas de felicidad, entran en nuestro corazón y en nombre del amor nos van arrebatando nuestra identidad, nuestros pensamientos, nos roban el alma y la sonrisa y, en último caso, la vida. Estoy sola desde hace muchos años y sigo sola. ¿Quieres preguntarme por qué? Defensa propia. Tuve que aprender a protegerme y ahora al más mínimo signo de manipulación, falta de respeto o ira cierro la puerta. Mi hijo, al que quiero con todo mi corazón, lo sabe y sabe que sería capaz de expulsarlo de mi vida antes que permitirle un agravio. Soy una superviviente y llevo la marca.
Quiero pensar que esto tiene arreglo y que algún día el hombre no será el enemigo, pero también sé que si la solución existe, está lejana y no la verán mis ojos. Quiero pensar que esto no es una guerra, pero lo es. Y sé que hay hombres en nuestro bando apoyándonos, al igual que sé que existen las mujeres "traidoras", a las que desprecio con toda mi alma y por las que, en buena parte, vamos perdiendo esta sucia y desigual guerra.
Ahora llamadme exagerada, pero sólo en España (si empezamos a pensar en las aberraciones que se cometen contra nosotras en todo el mundo diariamente, deberíamos sacar esos tanques que no tenemos) ayer tres mujeres más murieron "por amor". ¿Quién dijo que de amor no muere nadie?
A veces...demasiadas, el amor duele.

Sueño de ti

Si vi alguna belleza que deseé y obtuve, era un sueño de ti. John Donne

Si tuviese talento para el pincel inventaría un nuevo color
un compuesto quimérico de tu mirada en mi mirada.
Evocaría el aliento salobre del amanecer en el agua
y la textura oscura de la caricia en una piel imposible.
¿Cómo es tu toque? Estoy perdiendo la magia
y en las visiones no alcanzo a reconocerte.
¿Sabes que tu belleza me ha penetrado y no hay cura?
Soy la pequeña, la que viene sigilosa del silencio
y en el insomnio tiende hambrienta las manos hacia ti.
Escucha el canto, querido mío, soy la que canta.
Soy la que extraña lo que ya nadie extraña.
Soy la que llora esta noche en la que nadie la llora.