El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.

miércoles, 16 de julio de 2014

En el lenguaje de los peces






Desde el primer instante, en el primer roce
los dedos encajaron correctos como piezas de puzzle,
nueve inviernos ya que los alientos se enlazaron
y aprendimos juntos el lenguaje de los peces,
compitiendo a contener el aire, bajo el agua,
sobre el agua, día y noche, lustro a lustro
en una ofensiva perdida de antemano

Fue antes la belleza de una pasión condenada,
preludio de un rencor afligido y exasperado
fue un abandono chapucero, un olvido quimérico,
en el ensueño los peces nos reclamaban todavía
mientras jugábamos, entre las lindes de dos mundos,
a reconocernos torpes y a ciegas en el escondrijo
de otras pieles, otros ojos, otros hálitos

Caímos y nos alzamos, mudamos pelo y anhelos,
quemamos todos los puentes, ya lo sabes,
menos ese, amor mío, en el que nos encontramos,
cada tanto nos reinventamos a la orilla del Tíber,
sorprendiéndonos en el idioma de los peces
nos reembolsamos jadeos aplazados, caricias,
regocijos, el tiempo fugitivo cada vez más precioso

Cesada toda certidumbre, hoy reclamo beberte y
aplacar mi ansia de veneno, de desvarío, de verdad,
ceder a tu arrebato y desvelar el tormento, rozar apenas
la silueta de esa muerte que desafías arrogante.
En busca de la belleza y el amor, el páramo reposado
no me descubre la humanidad del prometido paraíso.                    
Desahuciada del mar, lloro por la lengua muerta de los peces.