El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

El hombre que tú no eres



Me pides que escriba una historia de dos soledades. Una historia de amor y deseo. Me pides que cuente nuestra historia. Me pides que escriba sobre ti y sobre mí, sobre nosotros. Ya ves, después de robarme el corazón, de jugar con mi cuerpo a tu antojo, de infiltrarte como un espía en mis sueños, de adueñarte de mis pensamientos, aún quieres algo más, quieres estar también en uno de mis tontos cuentos, deseas también volverte fugazmente  inmortal en las hojas en blanco que me pertenecen.

Pero no lo haré, no lo haré mientras no me devuelvas mi soledad diáfana y limpia, mi soledad clara, mi soledad vacía, esa soledad que has poblado con tu ausencia y tus silencios. Mi soledad donde ahora resuenan el eco de tu recuerdo y de tu risa al compás del tic tac del tiempo en mi inútil espera. Te has quedado dormido en mi soledad y ya ni siquiera ella me pertenece. Así que no lo haré, mi amor, no escribiré sobre ti. Escribiré quizás algo sobre el hombre que no eres, aquel que quise imaginar que eras pero que tú no eres.

El hombre que tú no eres aparece como un suave sol en el principio de un cálido verano, me hace el amor por vez primera y me dice al oído, antes de marcharse, que soy maravillosa. Llama a la mañana siguiente para preguntar dulcemente si aún no lo olvidé. Aparece por sorpresa a compartir un rápido café o por el simple placer de besar mis labios brevemente. Envía inesperados mensajes al móvil para recordarme que añora mis ojos y que su piel aún sigue impregnada de mi olor.

Ese que tú no eres recorre con su boca cada centímetro de mi cuerpo, bucea hasta quedarse sin aliento en una inagotable y entregada búsqueda de mi placer, agota los juegos del amor en cada encuentro como si cada uno de ellos fuese el primero y el último, fija su mirada en mí y sonríe con cada culminación del deseo… y en sus ojos leo un llanto mudo cada vez que me alejo.

Ese que tú no eres me trae en un loco arrebato su canción favorita de la semana para bailarla conmigo y cantármela al oído. Me escribe un cursi y tierno poema repleto de pasión, roba una flor en cualquier jardín para entregármela besando mi mano. Me regala, con gran ceremonia, una pequeña pulsera de cuero envuelta con esmero en un viejo periódico y, sobre todo, como un niño juega a hacerme sonreír.

El hombre que tú no eres sabe cual es mi color favorito, mi sabor preferido, conoce el perfume que uso o que no uso. Sabe si prefiero la mañana o la noche, la luna o el sol, el frío o el calor. Sabe los terrones de azúcar que endulzan  mi café y cuanta es la sal y las lágrimas que hay en mi vida. Conoce las canciones que me hacen llorar y los chistes con los que me carcajeo. Quiere entrar en mis sueños más locos y ser parte viva de ellos.

Ese que tú no eres llama con cualquier excusa para interesarse por mi trabajo, para saber si me siento feliz o tengo uno de mis días malos, para acompañarme desde el otro lado de la línea en mis silencios o en mis inesperadas tristezas. Corre, en cuanto puede, a abrazarme para protegerme de las tormentas que me arrasan el alma de cuando en cuando. Corre a mi lado si estoy enferma o siento frío. Está conmigo cada vez que me asalta la imperiosa ansia de su piel o de sus besos.

El hombre que tú no eres pronuncia las palabras que amo, pronuncia la palabra respeto, corazón, amistad, complicidad, amabilidad, pasión, afinidad o poesía y borra de su vocabulario las palabras que detesto, nunca más nombra la traición, la mentira, la insensibilidad, la indiferencia, el egoísmo, la cobardía...

Ese que tú no eres no está las veinticuatro horas del día conmigo, ni los siete días de la semana, pero aún así lo siento a mi lado, protegiendo a la niña, escondida bajo un rotundo cuerpo de mujer, de los oscuros fantasmas que la acechan. Ese que tú no eres no duerme siempre a mi lado pero se que vela mi sueño desde su cama y me adormezco plácidamente.

El hombre que tú no eres quizás tampoco me ame todavía, pero estudia a fondo la geografía de mi corazón para conocerme y quererme. Respeta mis vuelos a ningún lugar y espera mi regreso para comprobar si volví intacta o curar mis heridas si es necesario.

El hombre que tú no eres se ríe conmigo y no de mí, llora conmigo y no sólo por él, se mira en el espejo de mis ojos y no siente miedo, me entrega su corazón roto a cambio del mío con toda confianza.

El hombre que tú no eres es música, alegres poemas, sueños, esperanza, sonrisas, calor... Y tú ya me enseñaste bien que nunca serás el hombre que no eres. Porque el hombre que tú no eres fue mi sueño, mi creación, mi deseo más loco e imposible.

Así que ya ves, tú, que has traído un viento helado en este tórrido julio, pretendes que escriba sobre ti, que cuente nuestra historia.

Tú, que eres hielo en el abrasador verano. Tú, que eres una historia invernal en la calina, tendrás que esperar el cambio de estación, amor, tendrás que esperar a que acorte el día, tendrás que esperar que vuelvan la lluvia y el frío y quizás entonces pueda escribir sobre ti, sobre nosotros, sobre esa historia triste de dos soledades  y dos deseos que no se encontraron en ningún punto del camino. Por que ahora eres la historia de un corazón de hielo en la ardiente arena de mi playa, eso eres tú.

lunes, 16 de noviembre de 2015

De camino

Seguro que hay un lugar donde no existen las terminales de los aeropuertos, ni los trenes ni los relojes. Las academias de idiomas no se inventaron, ni tampoco las costumbres gastronómicas o las estaciones. Un lugar donde tu nombre y mi nombre se confunden con gruñidos y las carreteras no llevan a ninguna parte. Sé que existe ese lugar y estoy en camino, sólo debo encontrar el sueño que me lleve hasta la puerta de tu casa.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Alcanzar una estrella



He perpetuado las huellas de tus pies
Y tú permaneciste  en los lugares que amábamos
Soñando contigo en andenes de tren
Tú dormías sin mí en terminales de aeropuerto

En una eternidad de cruces de caminos
Siguiendo rastros de perfumes perdidos
Viviendo mil y una vidas en líneas paralelas

¡Eres tan hermoso! Tanto, que un día creí en ti
Tanto, que alguna vez confíe que llegarías
Pero esta espera agoniza de frío
Y presiento que no será en este mundo
En el que acaricien mis ojos a tus ojos

¡Eres tan hermoso! Tanto, como eres imposible
Tanto, que alguna vez pensé que florecías
Pero este jardín se marchita sin besos
Y presiento que no será en este mundo
En el que por fin de alcance a nuestra estrella