El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.

viernes, 6 de enero de 2017

Volver a casa

Entendí que pertenezco a la tierra y que la tierra me espera.
Ya no temo, será como volver a casa.
Entendí porque ardí bajo el fuego del amor
Y porque fui inundada

Eso es

Es cuando dos pares de ojos se encuentran y dos miradas colisionan con un chasquido, clac, y entonces el mundo entero se ilumina, lo verde, la gente, las cosas feas y bonitas, los animales, incluso la basura y las ruinas, todo reluce como recién fregado, todo brilla y tiene color, hasta el anodino gris, hasta lo negro, hasta las cicatrices de la piedra. El cielo se mueve en una danza lenta de nubes y en el mar la cadencia de las olas es reminiscencia de infinitas y húmedas caderas. ¡Ah! ¡Cómo acaricia el viento, cómo volamos, cómo nos dejamos arrastrar por su arrebato! ¿Y la noche? La noche es entonces más oscura y más suave, con sueños reales y profundos, donde besar es en verdad besar y las palabras no necesitan ser dichas en el silencio quieto de la noche, la noche que puede ser fría como el cristal o caliente como piel contra piel y piernas enredadas. Y palpita y respira como un niño dormido, sin temor al despertar ni a la nueva mañana.