El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.

viernes, 25 de abril de 2014

Amor, ese misterio

Estoy pensando cómo definir el amor, eso que llamamos amor y ya me sale humo de la cabeza, es tremendo. Parecía asunto baladí, pero no lo es y además voy a perder una batida en duelo filosófico- amoroso con un ¿amigo?

Me temo que a veces confundimos el amor con otros sentimientos o emociones, yo no tiro la primera piedra, evidentemente. Ese amor, el de las hermosísimas y mentirosas canciones de amor, viene a ser algo tan variable como la felicidad, un estado de ánimo que va y viene, como una ola, la de la canción precisamente...

El amor. ¿No es el amor cuando sientes como si te hubiesen metido una caja de vitaminas directamente en vena?, ¿cuándo sabes que se te ha puesto cara de imbécil y no te importa? , ¿cuándo la naturaleza se llena de brillantes colores y todo el mundo es bueno?, ¿cuándo perdonas las mentiras aun sabiendo que son mentiras?, ¿no es el amor cuando te sientes inmortal, bellísimo y como si te acabasen de quitar toda la grasa en una liposucción y todas las arrugas con un lifting? . Me dirán que no, que eso es enamoramiento, pasión o tontería, que el verdadero amor es más profundo y universal, que da todo y no espera nada.

Entonces ¿qué es el amor en realidad?, ¿poner la otra mejilla?, ¿querer igual a tu perro que a tu novio?, ¿amar a todos los bichos vivientes aunque te hagan la vida imposible? ¿amar aunque no te amen?

De verdad que no lo tengo claro, pero sé que me sobrecojo cuando se acerca ese punto del amor en el que un te quiero oculta un “te quiero para mí”, un te necesito se convierte en “te necesito para que seas o hagas algo para mí”, un te deseo es un “te deseo si eres como deseo” y un te amo... un te amo no significa nada en realidad, o como canta Andrés Calamaro, “ a menudo los labios más urgentes no tienen prisa dos besos después”. Amar no debería ser sufrir, pero invariablemente lo es. Sufres si tienes el amor por miedo a perderlo y sufres por tenerlo si no lo tienes.

Pero tenemos amor ¿verdad? , el de los contados amigos, el de los familiares bien avenidos, el de los hijos y poco más. Ese amor puro, sacrificado a veces y cómplice casi siempre. Ese amor, a veces divertido y a veces triste, pero constantemente presente. Ese amor que no se enreda con el deseo, porque sospecho que ahí está la diferencia, cuando el deseo juega con el amor, la hemos liado... y entonces lloramos a lágrima viva cantando a Sabina, “porque el amor cuando no muere, mata, porque amores que matan nunca mueren”.

Y así vamos, buscando ese olor de amor que nos huela a tierra y a gloria, esa piel que nos quite el hambre de otras pieles para siempre, esos brazos donde dormirnos tranquilos por toda la eternidad... ¿existe eso acaso? No sé si existe, pero sin la esperanza de él, la vida es menos vida, un simple túnel frío y oscuro que conduce a ninguna parte.


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