El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.

sábado, 26 de abril de 2014

¿Adiós a las armas?

En el horizonte, ese mismo que tenemos frente a nuestras narices, se divisa un muro. Podría ser el popular “muro” de las redes sociales,en el que cada vez menos la gente expresa ya su malestar y descontento, quizá por desconfianza al supuesto “gran hermano” que nos vigila y a la posibilidad de ser castigados como lo han sido unos pocos valientes que se atrevieron a alzar la voz; quizás por aburrimiento simplemente, por cansancio de gritar para no ser escuchados, de parecer locos hablando solos y esperando una respuesta que nunca llega. Podría ser un muro universal de las lamentaciones. Una estéril pared de hielo donde no puedes ir más allá si no te arrepientes de tus pecados,tus errores… y de ¿vivir por encima de tus posibilidades?

Pero no. Desde el otro lado del muro, donde antes se escuchaban llantos, rabia y gritos, ahora no se escucha más que el ruido blanco de la sumisión. Hemos topado con el muro del miedo. Lo tenemos enfrente,sabemos que no  es inviolable, que podemos saltarlo y dejar atrás la inmovilidad y la aceptación. Pero no. Tenemos miedo, un miedo inoculado golpe a golpe, un estudiado miedo metido en vena a través de las continuas amenazas a nuestra seguridad, a nuestras familias, a nuestro futuro e incluso a nuestra integridad física.

Y da igual que millones de personas en el mundo ya no tengan nada que perder más que el aire que respiran. Aún tenemos miedo a perder eso,el aire,  y callamos. Y dejamos que nos despojen de la poca dignidad y derechos que nos quedan. Miramos el muro frente a nosotros y renunciamos a saltarlo. Nos han dicho que lo que nos espera al otro lado, si tenemos la osadía de desobedecer, es aún peor que lo que vivimos hoy. Nos han dicho, frontalmente, que nuestra desobediencia “nos hará cargar con la enorme responsabilidad de los costes sociales y humanos”. Y lo creemos.Y renunciamos. Y nos rendimos. Aún sabiendo que todo es un planeado ataque a la mayor parte de la población mundial, preferimos creer en sus mentiras que enfrentar nuestro miedo, nuestra necesidad de ser “guiados”, de tener un pastor. Visto así, la libertad parece ser terrorífica.


Nos hemos rendido. Sabemos hoy que cada país del mundo tiene muchos más pobres y que sus ricos son mucho más ricos que hace un año. Sabemos que la corrupción campa a sus anchas en todas partes del globo. Que hay más paro en todas partes y que los trabajadores han perdido gran parte de sus derechos. Que los políticos de aquí y de allá no son más que los testaferros de mercados y multinacionales. Y que los cuerpos de seguridad son los perros de los amos de norte a sur y de este a oeste. Lo sabemos. Pero todavía así somos incapaces de decir ¡basta!

Y nos dejamos, aquí en España por poner un ejemplo y porque nos pilla cerca, entretener con rajoyeces, bárcenas, eres, gibraltares, urdangarines,werterías, lideresos, fútbol, infantas, toros, circo, cacerías de reyes… Nos reímos mucho con la torpeza de nuestros políticos, ¡son tan torpes! ¡tan ridículos! ¡están tan ciegos! Pues no. No son torpes ni ridículos ni están ciegos. Saben muy bien lo que están haciendo. Y mientras nosotros estamos tan entretenidos con sus payasadas ellos siguen dando un golpe tras otro y otro y otro. E inoculando el miedo gota a gota en nuestra sangre.

Haciendo y deshaciendo a su antojo como si nuestras vidas les pertenecieran (les pertenecen),  ahora nos bajarán otro 10% los sueldos con el cuento de la receta de la austeridad. Lo dicen tan anchos, sin ningún pudor ya.Y nos recortarán un poco más nuestros derechos sociales, sin sonrojarse. Y se pasarán por el forro esas utopías antes conocidas como democracias y constituciones.Todos no somos iguales, ¿acabamos de darnos cuenta? Ellos lo saben desde siempre. Pero ¿vamos a protestar por esto? ¿vamos a reunirnos en Sol? ¿vamos, simplemente, a desobedecer? No, ya no. ¿De qué sirve? Nos hemos rendido. Esa es la triste y desmoralizante verdad. Ya lo dijo Leonard Cohen: Imperial y misteriosa, mi codicia os ha hecho esclavos”.

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